Hoy ha vuelto a ocurrir. El segundo asalto ha empezado. Y yo, fuerte cual URSS en plena revolución, me pongo de frente y rompo muñecos. Hace tiempo que no lo hacía. Me apetecía. No prometo seguir así. Sólo puedo decir que caí justo aquí. Que danzo como hojas al viento que se elevan y no hacen más que rodar y rodar y rodar...porque nunca hay final. De momento voy a descansar mi espalda con las persianas bien bajadas. Cayó. Cedió.